domingo, 3 de enero de 2010

Amigos invisibles (era un paquete de pañuelos)

Hace mucho tiempo atrás habitaban entre nosotros unos seres extraños, inadaptados, casi virtuales, que ante la incomprensión que sufrían decidieron levantar sus brazos hacia el señor, que en ese momento sacudía una alfombra desde su ventana, querían expresarle su desesperación.

Como el hombre no se inmutó uno de ellos le tiró una piedra a la cabeza, sus alaridos pudieron oírse desde la triste tienda de animales que había (cerró tras la huelga de cachorros que hubo ese mismo año dos meses mas tarde) al noreste del país (era un país pequeño, el pueblo de los países, vamos que sí un país fuese una ciudad esto seria un pueblo-país)

El señor no entendió lo que había pasado, las calles estaban desiertas, no sabia de donde podría haber venido aquella piedra. Fue entonces cuando dijo:

- Je! Esta visto que tengo un enemigo invisible!

Los inadaptados escucharon desde la calle aquella expresión, se miraron unos a otros atónitos, un murmullo producido por los comentarios de confusión fue brotando poco a poco.

- ¿Invisibles?, ¿Es por eso que no nos adaptamos?

- ¡No puede ser! ¡Esto es más triste que ser un caballito-pony!

- ¡Pero no queremos ser enemigos de nadie!, No podemos dejar que la gente piense que hay enemigos invisibles.

- ¿Qué hacemos?

Así quedaron pensando unos cuantos minutos, surgieron ideas de lo más variopintas como construcción de colegios, hospitales y museos de arte contemporáneo influenciado por facebook (arte muy conocido y valorado en esa época, también era conocido como arte coinfak), otras ideas valoradas se centraban mas en la escritura de relatos con experiencias vividas por ellos, casi todas describían situaciones de marginación social y la mayoría acababan con palabras de rencor hacia los “adaptados* algunos de ellos llegaban a hablar de una posible venganza de los inadaptados, (como los otros no los podían ver no apreciarían lo convencional de aquellos y no les costaría caer en vanas adoraciones con tal de librarse de un posible castigo). Pero este tipo de proyectos se desecharon por presentar demasiadas similitudes con las numerosas religiones que existían.

Finalmente y sin la aprobación del grupo un joven trepó por la tubería del edificio se agarró a un canalón y se impulsó hasta el balcón del hombre (el cual todavía seguía allí, medio escondido esperando un paso en falso de su atacante. Posó una tirita sobre la barandilla y volvió a bajar.

La cara del hombre palideció había sido como si una mano de aire invisible le hubiera tendido su ayuda en forma de tirita.

*Los relatos originales hablan de visibles e invisibles, como no sabemos hasta que punto los invisibles se llegaban a ver o no entre ellos diremos adaptados e inadaptados

En la calle la expectación había ido en aumento según se sucedían los hechos, todos esperaban con impaciencia la reacción del individuo.

El del balcón se limito a coger la tirita e inspeccionarla, posteriormente echó un último vistazo a la calle mientras decía:

- Bueno, quizás sea un amigo invisible

Posteriormente cerró la ventana (el muy torpe se pilló los dedos, nuevamente sus alaridos se volvieron a oír desde la triste tienda de animales)

Pero mientras tanto debajo del balcón del señor los inadaptados se abrazaban, cantaban, reían... de la alegría. (Esta alegría también se oyó en la triste tienda de animales pero a una frecuencia distinta que solo el oído animal es capaz de percibir, los cachorros hartos de tanto griterío determinaron que no recibían suficiente pienso para aguantar tanto sufrimiento, dos meses de duras especulaciones después acordaron entre cachorros perro y gato los objetivos de las negociaciones con humanos y fueron a la huelga).

Pero lo importante de la historia es que un simple detalle hecho con cariño fue lo único que hizo falta para que los inadaptados pasaran a llamarse “amigos invisibles”.

Pasó el tiempo ( pero tampoco mucho, pongamos un par de días), el joven que anteriormente había resuelto la hostilidad adaptados / inadaptados había coincidido en varias ocasiones con otro joven al que sin apenas darse cuenta había cogido cierto cariño (quizás solo fuera un dolor de estómago mal curado pero en aquellos tiempos la gente era muy sentimental) y decidió hacerle un pequeño detalle así como ya había hecho anteriormente, con tal de ganarse su amistad.

Encontrarase el chico sentado sobre un disfraz de tigre pensando que pequeño detalle podría gustarle a su “todavía no-amigo” cuando una mariposa gigante se abalanzó sobre él, ante el ataque se echó al suelo apoyándose sobre la cabeza del disfraz, lo siguiente que pasó fue extraño y yo no puedo explicarlo porque no estaba ahí pero el chico acabó dentro del disfraz. Fue una de esas experiencias que no te pasan todos los días, había un mundo dentro de aquella imitación barata de animal salvaje.

Era una pequeña villa, “Villa Piruleta” ( o eso ponía a la entrada) todo parecía comerse, como en los cuentos infantiles, calles de galleta, farolas de caramelo, ríos de chocolate...

Lo único malo es que había que pagar entrada a la villa (listas hasta las 6 de la tarde y eran y media (que mala suerte!), descuento a grupos (que pena no haber traído amigos)).

Una vez dentro paseó por las calles mirando escaparates y lamentándose por ser diabético. Hasta que se paró delante de uno que le llamó especialmente la atención, en el se podían ver dulces tan dulces y apetitosos que solo con mirarlos se disparaban los niveles de azúcar. Entró y compró para su amigo. Los envolvió con una nota que ponía:

MAS DULCE QUE EL AZUCAR

NO ROMPAS EL PAPEL

QUIZAS ME QUIERAS REENVOLVER

NO TE MANCHES AL TOCAR

El muchacho para ganarse la mitad de su “todavía solo posible amigo” entró en la tienda mas absurda que se pueda ver nunca (la verdad es que es absurda porque todo lo que vendían era invisible, para ellos era una confitería como otra cualquiera). El chico solo entró en aquella tienda de barrio para comprarse algún alimento ya que después de tanto pensar estaba neuronalmente destrozado. Se acercó a la zona de alimentos de bajo aporte nutricional pero mucha grasa y sal (patatas fritas) y cogió una bolsa, esta llevaba tanto tiempo en la tienda que se había hinchado hasta el máximo que su fino envoltorio permitía, tan solo la leve presión que el joven hizo al cogerla fue suficiente para que explotase ¡BOOM! ¡Todas las patatas salieron volando!

Había cerrado los ojos, cuando los abrió se encontraba en medio del desierto, la arena se imponía en aquel paisaje de dunas, sol y cielo azul. Delante de él había una gran puerta, se acercó y como el chico era un gracioso dijo:

- Ábrete Ajonjolí

(Para burlar a la SGAE usamos el otro nombre que reciben las semillas de sésamo)

La puerta se abrió y expuso un universo de oro, diamantes, piedras preciosas... avanzó el polluelo hacia el interior con paso lento pero firme, de repente alguien le tocó la espalda, con un movimiento brusco se giró, un hombre con uniforme de parque de atracciones le invitó a pagar la correspondiente entrada, ante la cara de asco en respuesta a su invitacion/ordenanza, dijo el guarda:

- Que quieres chico desde que lo compró la factoría Disney se paga hasta por respirar, ahí detrás encontraras las distintas tarifas de oxigeno por minuto.

Tras pasear entre los tesoros, admirar tanto lujo y montar tres veces en la montaña rusa fue a la tienda de regalos. Todas las joyas, alhajas, tapices, piedras preciosas... estaban al alcance de su mano, que no de su cartera. como su pequeño presupuesto no le llegaba para mas solo pudo comprar un pequeño trocito de todo aquello para su “todavía solo posible amigo”

Mundos de chocolate y piruleta, lugares de dorada belleza y lujo... todo aquello parecía perfecto para su “quizás futuro amigo”, pero solo había un problema, cuando abrió los ojos se encontró a sí mismo dormido sobre un disfraz de tigre y una bolsa de patatas en la mano. Triste paseó. En un momento dado sus ojos empezaron a humedecerse, luego sus mejillas, pensó en lo que él necesitaría ahora, en los momentos tristes y amargos y tuvo una idea. Corrió a la tienda y después busco a su “posible futuro amigo”. Le entregó sutilmente un regalo (se lo tiró a la cara). Con una nota:

Si tienes moquillo

Sí la pena té rellena

Si te manchas las manos

Si eres torpe y derramas algo

...

Siempre te ayudaré

(hasta si no te gusta este regalo y te da por llorar, te seré útil)

1 comentario:

  1. ¿quién no se ha sentido alguna vez un poco "invisible"? el problema es saber a quién se debe tirar la piedra...o que quizas nuestro enemigo es nuestro propio miedo a ser "inadaptado"

    pd:me encanta lo de la SGAE..jajajajaja! genial el texto! ;))

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