sábado, 3 de diciembre de 2011

No sé que cenar

Desde un colchón en una habitación a medio decorar en un piso de cuatro estudiantes de diversas nacionalidades en el comienzo de la zona marginal de una pequeña ciudad del norte de Italia me doy cuenta de la gran diferencia que existe en pocos metros en cuestión de hábitos diarios.. En un mismo edificio ya puedes notar que la forma que tienes de cocer unos macarrones sea ligeramente diversa a la de tu vecino, si sales a la calle con una receta puedes llegar a casa con una enorme lista de posibles modificaciones, si vas de turismo y comes en otra región es posible que lo que elijas de la lista de platos en ese típico restaurante que tanto ha llamado tu atención (seguramente por el precio) no coincida con la idea que tu tienes de ese guiso, pero si vas mas lejos y cruzas una frontera ya si que no vas a tener ni idea de que comer (sobre todo si no dominas el idioma de la zona), tienes la opción de comprarlo en un supermercado, volverás a notar que las costumbres cotidianas son distintas, agua con gas, nada de tomate frito (solo triturado), envases con volúmenes inimaginables.. Entonces comienzas a adaptarte y a cambiar tus hábitos según las nuevas posibilidades. Llegará un día en el que vuelvas a cruzar la frontera y recorras de nuevo un camino conocido pero en distinto sentido, regreses a tu ciudad y vuelvas a tu edificio dejes la maleta llena de nuevos hábitos en tu habitación y vayas a la cocina en busca de alimento pero curiosamente no encuentres nada de lo que mas te apetece, en tus bolsillos descubres lo que causa esa inconformidad.. todavía llevas encima la renovación de tus costumbres, es posible que se haya quedado pegada a las costuras de tu ropa como un chicle usado o que haya traspasado tu piel como un tatuaje y se quede ahí para siempre formando parte de ti en un cajón de sastre denominado EXPERIENCIA.


PD: tengo hambre

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